viernes, 25 de febrero de 2011

LA DECISIÓN DE SOPHIE

Una obra publicada en 1979 en Estados Unidos por William Styron y llevada al cine por Alan J. Pakula, con los actores Maryl Streep quien obtuvo un Oscar en 1982 como mejor actriz, Kevin Klane y Peter MacNicol. Es un film que impacta por la temática, por el manejo del color, por el trabajo actoral y por el ambiente culto que la enmarca, incluyendo la música y los trozos poéticos de Walt Whitman y Emily Dickinson.

"Al hacer el amor estaba haciendo retroceder a la muerte".

Stingo, un joven que llega a Nueva York en 1947 para hacerse escritor, conoce a una pareja conformada por Sophie y Nathan, una mujer polaca y un judío al que ella ama apasionadamente. Esta relación entre los tres se hace fuerte y termina siendo un triángulo amoroso del que sólo el joven es consciente. La película ofrece una mezcla de tonos impactantes donde el sepia acompaña los momentos de intimidad, la luz es cómplice de las escenas de recreación y alegría, y los tonos grises son testigo de un pasado que Sophie ha querido ocultar porque ha marcado su vida de dolor y miseria. Es la vida en los campos de concentración nazi, donde esta sobreviviente de Auschwitz sufre los horrores de la guerra y tiene que tomar la más difícil decisión, condenar al holocausto a uno de sus hijos para evitar la muerte de ambos. De este modo, vemos temáticas impactantes como la alegría y el dolor, el amor y la desilusión, la vida y la muerte que se combinan para explicar todo un drama en el que Sophie termina siendo manejada por su pasado y por la personalidad fuerte, sensual y esquizofréncia de su amante. Esto sin olvidar que el joven Stingo también resulta enamorado de ella y debe renunciar a su amor una vez conoce el trágico destino de sus acompañantes.

Una película que, además de contarnos una triste historia de supervivencia, muestra cómo el pasado marca la vida de una persona que algunas veces toma la decisión de sobreponerse a él, pero finalmente se deja dominar y destruir. Una difícil decisión.LVV


lunes, 21 de febrero de 2011

Los puentes de Madison


Qué buen comienzo para mi apreciación del cine que esta película basada en la obra “Los viejos puentes de madera” (1992) de Robert James Waller. Tomo del libro algunas de las más bellas frases pronunciadas por los dos protagonistas, y de la cinta aprecio la puesta en escena de una historia de amor conmovedora por su sencillez y profundidad, con un manejo delicado de las emociones. En ella dos reconocidos actores, Meryl Streep y Clint Eastwood, adquieren forma cuando Francesca, un ama de casa que sirve a marido e hijos, queda sola en su granja durante cuatro días y allí conoce al fotógrafo Robert quien llega de la ciudad a captar las imágenes de los puentes de Madison. El encuentro se va llenando de gran sensualidad y el conocimiento de la pareja es tan impactante que los lleva a vivir un romance único e inolvidable para ambos. Francesca y Robert florecen en su madurez y sacan a relucir un sentimiento que permanecía dormido en su interior, pero que sólo lo viven durante cuatro días aunque en sus corazones queda marcado para siempre. Es toda una reflexión sobre el amor verdadero que aparece “sin pedir permiso” y se hace eterno mientras dura, así se interponga la realidad que tiene normas difíciles de romper. Queda el dolor de los instantes finales cuando aparecen las lágrimas de Robert bajo la lluvia y cuando Francesca, frente al semáforo, intenta abrir la puerta del auto para dar vía libre a sus deseos. Toda una historia cuyo verdadero testimonio es el diario que ella deja escrito para que sus hijos, después de muerta, se interesen por conocerla verdaderamente y puedan buscar la respuesta de muchos interrogantes en sus vidas. Así, se establece un puente entre el pasado de la madre que poco fue escuchada mientras se tuvo cerca y el presente de los hijos que necesitan de su aliento para seguir adelante. Finalmente, debo decir que Madison no es el único lugar en el que esto ocurre. Esta frustración aparece en ciertas vidas cuyo destino queda marcado por la soledad y el desencuentro, pero con la huella indeleble de haber vivido plenamente un sentimiento maravilloso e inolvidable. LVV


“Ahora sé que estuve yendo hacia ti, y tú hacia mí desde hace largo tiempo.
Aunque ninguno de los dos percibía al otro antes de que nos conociéramos,
había una especie de certeza inconsciente que cantaba alegremente
bajo nuestra ignorancia, asegurando que nos reuniríamos.
Como dos pájaros solitarios que vuelan
por las grandes praderas por designio de Dios,
en todos estos años y estas vidas
hemos estado yendo el uno hacia el otro”.


“No estoy seguro de que estés dentro de mí,
o de que yo esté dentro de ti, o de que te posea.
Al menos no deseo poseerte.
Creo que los dos estamos dentro de otro ser que hemos creado
y que se llama “nosotros”.
En realidad no estamos dentro de otro ser.
Somos ese otro ser.
Los dos nos hemos perdido a nosotros mismos
y hemos creado otra cosa, algo que solo existe como la unión entre los dos.
Dios mío, estamos enamorados.
De la manera más profunda que es posible enamorarse”.

"Por más que te desee y quiera estar contigo y ser parte tuya
no puedo arrancarme a la realidad de mis responsabilidades…
Si me obligas, física o mentalmente a irme contigo,
no podré luchar contra eso…
Pero, por favor, no me hagas ir.
No puedo hacerlo y vivir pensando en ello.
Si parto ahora, ese pensamiento me convertirá
en una mujer diferente de la que has llegado a amar".

"En un universo de ambigüedad,
este tipo de certidumbre llega una sola vez,
y nunca más, no importa cuántas vidas hayas de vivir".

martes, 15 de febrero de 2011

LA BALADA DE IZA de Magda Szabó

Magda Szabó, escritora húngara, fallecida en el 2007, nos presenta esta obra cargada de sencillez y delicadeza en donde muestra las dificultades en la comunicación de los seres humanos, especialmente en la vida familiar, hasta llegar a una ruptura y total inadaptación. Es toda una reflexión sobre la soledad en compañía y sobre la forma de mirar el mundo desde distintas perspectivas, cuando los hijos crecen y los padres empiezan a encontrar grandes diferencias generacionales imposibles de sanar. 

"No comprendía que los viejos sienten un enorme apego a los objetos
que para ellos significan más que para los jóvenes".




"Tenía todo lo necesario para sentirse cómoda y, no obstante,
sentía como su la hubieran expoliado, desvalijado".

La señora Szöcz, de 75 años, al quedar sola en el pueblo por la muerte de su esposo, acepta la invitación de su hija Iza -una reconocida médica de Budapest- de vivir con ella en la capital y es allí donde empieza su tragedia. Sus múltiples intentos por ser útil y poder colaborar en la nueva vivienda son mal apreciados hasta ser rechazados completamente y debe resignarse al silencio, a la soledad, a la nada. Su hija, por su parte, quiere protegerla y darle todo lo necesario para vivir; todo menos compañía, todo menos participación y, al parecer, todo menos amor. Y más grave aún, darle todo y no ser consciente de estas carencias afectivas. Vemos también en esta obra el ejercicio de la medicina asumido con rigor y disciplina hasta llegar a ser una obsesión, una entrega desmedida al trabajo. ¿Qué espera entonces una madre que debe renunciar a cualquier iniciativa en el hogar? ¿Qué camino debe seguir para encontrar su verdadero espacio? ¿Qué pasará con Etelka cuando "su ángel", su única compañía, la abandone completamente?
"No basta con un mundo en el que todo funcione si el corazón no encuentra en él su plenitud"

domingo, 13 de febrero de 2011

Poesía de PEDRO SALINAS

LA VOZ A TI DEBIDA
VERSOS 388 A 424

Yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.

Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.

NO RECHACES LOS SUEÑOS POR SER SUEÑOS
No rechaces los sueños por ser sueños.
Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño. Si soñamos
que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
Lo que corre en los ríos no es un agua,
es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza

su propio sueño, y dice:
«Yo soy el sol, los cielos, el amor».
Pero nunca se va, nunca se pasa,
si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
es el modo que el alma
tiene para que nunca se le escape
lo que se escaparía si dejamos
de soñar que es verdad lo que no existe.
Sólo muere
un amor que ha dejado de soñarse
hecho materia y que se busca en tierra.

PERDÓNAME POR IR ASÍ BUSCÁNDOTE
Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ése que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.

Y cogerlo

y tenerlo yo en alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces, le conteste
la nueva criatura que tú eras.

martes, 1 de febrero de 2011

RECUERDOS

"Si ves la sencillez de las cosas que nacen y mueren a la orilla del camino, si sientes que te llaman, si escuchas que te hablan, si su aroma viaja contigo, si ocupan un espacio en tu equipaje, entonces podrás volver un dia en tu memoria con la mejor de las fotografías: el recuerdo".

"Todos los recodos de nuestras montañas tienen casas como castillos. Palacios armados en la sencillez de la madera cepillada. Geranios y novios que se abrazan al destino que deparan las pencas de sábila detrás de la puerta principal, mientras el olor maternal se confunde con el humo que se destila en las astillas de café desde la mañana hasta la noche de todos los días".  Zuleta