jueves, 10 de noviembre de 2016

UNA PANTERA EN EL SÓTANO de Amos Oz

“El que ama no es traidor”
“La gente que nunca cambia piensa que quien sí lo hace es un traidor”
“Así es nuestra historia: viene de la oscuridad, da un par de vueltas, pasa y regresa a la oscuridad”
“Todo tiene por lo menos dos caras, excepto la sombra”
“Todo tiene una especie de sombra. Tal vez la sombra también tenga sombra”

El protagonista de esta obra parece un ser falso y engañoso, acosado por las críticas de sus allegados, pero en realidad se muestra temeroso e inseguro mientras va creando argumentos que lo fortalecerán para hacerse grande y merecer su independencia. No es fácil entenderlo cuando hablamos de un chico de 12 años proveniente del pueblo judío, dominado por los ingleses, antes de su liberación en el año de 1948 con la proclamación del Estado de Israel. Es Profi, el seudónimo que emplea este niño para llevar a cabo su juego infantil –paralelo a su realidad-, con dos amigos de su misma edad dedicados a recoger información que será útil a los miembros de la resistencia judía. Profi, establece una relación con Dunlop, un sargento de la policía británica, buscando encontrar información útil para facilitarla a sus compañeros de juego. Sin embargo, él mismo descubre la dificultad para tratarlo como un enemigo y se asocian para intercambiar clases de hebreo e inglés. Mientras tanto, sus amigos, conocedores de esta relación, lo califican de traidor y lo asedian con mensajes acosadores y cargados de odio.

El protagonista ya adulto va a su niñez y nos cuenta esta historia de manera valiente e inteligente que termina siendo una defensa a la paz y una crítica al fanatismo. Así Amos Oz, permite una acercamiento a quien está de frente, para entenderlo como ser humano, alejado de toda predisposición y señalamiento social, político o étnico. No teme a la traición de “hacerse amigo del enemigo” y descubre en ese otro a un ser imperfecto, con debilidades y pequeñeces, pero también cargado de bondad y de valiosas cualidades. Al mismo tiempo, el autor muestra a este pequeño como amante de las letras, de los libros y de las palabras, de ahí su nombre: “Profi”, diminutivo de profesor. Él es quien incursiona en la biblioteca de su padre para mostrarnos su variada colección de libros y la riqueza allí consignada. Es de anotar la relación que establece con sus padres: de cercanía y complicidad con su madre, y de acercamiento al mundo con su padre. Una relación marcada por los límites que esa sociedad impone a la misma naturaleza  del niño, pero fundamental para ayudar al lector a comprender la sensibilidad de este menor, y a conocer su temprana inmersión en el mundo de los adultos y de la sociedad. Es el pretexto del escritor para hablar del sentir del pueblo judío, en vísperas del final de la II Guerra Mundial que significó su liberación del dominio británico. 

Fue publicada en el año de 1995, ganó el Premio Israel de Literatura en 1998 y recibió en España el Premio Príncipe de Asturias en el 2007. 

lunes, 7 de noviembre de 2016

LA FORMA DE LAS RUINAS de Juan Gabriel Vásquez

“No, no se controla el olvido, no hemos aprendido a hacerlo nunca a pesar de que nuestra mente funcionaría mejor si pudiéramos: si lográramos algún dominio sobre la manera en que el pasado se inmiscuye en el presente” JGV

Considero que la manera adecuada de darle forma a unas ruinas es penetrar en ellas y sentirse inmerso en su esencia para luego hurgar en su pasado y descubrir su validez en el presente. Muchos interrogantes deben surgir mientras se trata de moldearlas. ¿Cuál fue su origen? ¿Qué clase de vida sobrellevaron?  ¿Dónde encontrar información que nos hable de su pasado? ¿Cómo empezó su deterioro? ¿Por qué debieron cambiar de estado? Y sobre todo quiénes fueron los artífices y quiénes los testigos de dicho aniquilamiento. Una tarea que requiere dedicación y entrega. Una tarea propia de historiadores, investigadores, sociólogos o periodistas.

Eso es “La forma de las ruinas” llevada a cabo por un escritor. El colombiano Juan Gabriel Vásquez, premio Alfaguara 2011, es quien asume este ejercicio durante tres años, dedicados a plasmar su visión de la historia del siglo XX en un país que le duele y que ha contemplado de cerca hasta ver su destrucción. No puede seguir callado, ni darle protagonismo a otro personaje. Él mismo toma posesión de esta figura narrativa desempeñando su verdadero rol, esa persona que no ha estado ajena a un pasado doloroso que no vivió, pero que como buen colombiano lo marcó para siempre y quiere ahora reivindicar a través de su visión de los hechos. Así, en esta, su quinta novela, nos presenta un país colmado de fantasmas: con una inmensa carga de violencia, con crímenes sin investigar, con misterios que cargan dolor y miseria, con una historia olvidada. No es fácil para él recibir este legado, ni lidiar con todos estos espectros, pero se propone plasmarlo en palabras.

Penetra entonces en el siglo pasado de Colombia, específicamente en dos fechas marcadas por hechos políticos que tuvieron como centro los asesinatos de Rafael Uribe Uribe, el 15 de octubre de 1914, y de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. Muchas otras muertes han golpeado nuestro país, pero él considera estas dos como los detonantes de esa violencia que no cesa y que nos marcó para siempre. Una violencia política que fue el inicio de una guerra posterior entre grupos de paramilitares, guerrilleros y narcotraficantes que invadieron nuestro territorio y lo convirtieron en tierra bañada de sangre y odio. Tanto él como quienes siempre hemos visto a nuestro país agonizante no podemos ser ajenos a esta realidad y de continuo estamos lidiando con una cantidad de crímenes y con esa herencia de pasado violento. Aparece en su novela un par de conspiraciones porque hay gente interesada en conocer la verdad. Sus personajes centrales, Anzola –joven abogado estudioso del General Rafael Uribe- y Carballo –abogado de profesión y obsesionado con Gaitán- deambulan cada uno por su época buscando testimonios que puedan ayudarlos a descubrir la veracidad de los hechos. Crean historias incompletas que cuestionan la realidad hasta convertirla en teorías de la conspiración. Ellos, a pesar de sus intensas investigaciones no pasan de estar obsesionados con esas afirmaciones y terminan impacientando al escritor y llenando de incertidumbre al lector. 

En otras palabras, esta novela transcribe las emociones, las culpas y los temores de una generación adolorida y desesperanzada, y llega a los lugares más ocultos de la conciencia a través de la reconstrucción histórica de un pasado plagado de incógnitas. Vale la pena mencionar que Juan Gabriel Vásquez enfrenta ese pasado de la mano de su cercano amigo, el Dr. Francisco Benavides (nombre que le da en el libro),  y con él intenta acercarse a la verdad, a “esos puntos ciegos de la historia” que parece imposible visualizar. Son 550 páginas de variados relatos, entrevistas, fotografías, artículos de prensa y un profundo estudio de los hechos reales. Valioso el trabajo investigativo del escritor, la presentación de este y el manejo cuidadoso del lenguaje que siempre lo ha caracterizado.



“Eso es el pasado: un relato, un relato construido sobre otro relato, un artificio de verbos y sustantivos donde acaso podamos apresar el dolor de los hombres, su miedo a la muerte y su afán de vivir…” JGV


“Pero hay otras verdades, Vásquez. Hay verdades que no quedan en los periódicos. Hay verdades que no son menos verdades por el hecho de que nadie las sepa. Tal vez ocurrieron en un lugar raro a donde no pueden ir los periodistas ni los historiadores. ¿Y qué hacemos con ellas? ¿Dónde les damos espacio para que existan? ¿Dejamos que se pudran en la inexistencia, sólo porque no fueron capaces de nacer a la vida de manera correcta, o porque se dejaron ganar de fuerzas más grandes?...   Verdades que existen aunque se hayan hundido en un juicio o aunque las olvide la memoria de la gente. ¿O me va a decir usted que la historia conocida es la única versión de las cosas?” 

lunes, 27 de junio de 2016

EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO por Victor E. Frankl

 “¿Quién es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que inventó las cámaras de gas, pero también es el ser que entró en ellas con paso firme y musitando una oración”.

“No es el sufrimiento en sí mismo el que hace madurar al hombre, es el hombre el que le da sentido al sufrimiento”.

No pude negarme a la lectura de esta obra autobiográfica relacionada con el holocausto nazi, en especial porque está narrada por uno de sus supervivientes que no solo fue prisionero por tres años en los campos de concentración de Auschwtiz, sino también médico psiquiatra de la Universidad de Viena cuando fue detenido: VICTOR E. FRANKL. Un personaje que describe de manera objetiva sus vivencias para amortiguar su impacto y opacar en buena medida esta tragedia que cambió su existencia y le dio fuerza a su estatus de profesional estudioso del comportamiento humano.  Nadie mejor que él para darle sentido a la vida miserable que debió soportar en medio del hambre, del frío, de la escasez de sueño, del maltrato inhumano, de las humillaciones, de la soledad extrema; además de la visión constante de exterminio en las cámaras de gas y hornos crematorios. Era de esperarse que surgiera la idea del suicidio, de aniquilación, o la pérdida de todo valor humano y de toda esperanza en el futuro. Sin embargo, tuvo la fortaleza interior para sobreponerse y encontrarle una finalidad a su vida. Le dio sentido a las palabras de Nietzsche: “El que tiene un por qué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo” y fue capaz de orientar sus conocimientos psicoterapéuticos para salvarse y ayudar a muchos de los prisioneros que lo acompañaban. Así, el terrible cómo de su existencia pudo ser tolerado puesto que tenía un objetivo, una meta, un sueño para vivir. Su capacidad de resistencia venció, sin importar los múltiples sufrimientos, lágrimas y desfallecimientos que tuvo que sobrellevar día tras día. La fortaleza interior se sobrepuso. Y, gracias a esto, y a “una cadena inexplicable de fortuitas casualidades o de auténticos milagros”, pudo regresar a su mundo, a su cotidianidad. Las atroces vivencias quedaron atrás como una pesadilla fatal y al final, el bello sueño de la libertad empezó a hacer su aparición.

“Intuí cómo el hombre, despojado de todo, puede saborear la felicidad -aunque sea un suspiro de felicidad- si contempla el rostro de su ser querido”.

“No hay que avergonzarse de las lágrimas, porque ellas demuestran el valor del sufrimiento con valentía”.

¿Cuáles fueron sus armas en la lucha por la supervivencia? Una profunda vida espiritual, el amor respaldado por la constante imagen de su mujer, la sensibilidad al arte y específicamente a la música, la apreciación de las bellezas de la naturaleza, el contestar siempre con la verdad y su profesión que algunas veces pudo ejercer. Siempre llenó su pensamiento de recuerdos y de metas futuras, gracias a que el hombre puede conservar su libertad espiritual y su independencia mental así viva la más cruel tensión psíquica e indigencia física.  Esa libertad interior fue la que le dio sentido a su existencia y le ayudó a aceptar su dolorosa cruz, su ineludible destino. Así nació la LOGOTERAPIA o psicoterapia centrada en el sentido de la vida, doctrina terapéutica que Frankl creó después de todas estas experiencias.

jueves, 9 de junio de 2016

LA FUNCIÓN DELTA de Rosa Montero



“Vivir es un ir aprendiendo miedos y pavores”
“No atino a comprender qué me ha pasado, cómo es posible que hoy yo sea ya vieja, quién me robó la edad, quien puso en mi rostro este disfraz de arrugas que siento tan extrañas”
Rosa Montero, la narradora y periodista española, nos regala una agradable novela, escrita con enorme riqueza expresiva y un conocimiento certero del género femenino. Quién mejor que ella para enfrentar a Lucía de 30 y a Lucía de 60 años, dos mundos totalmente apartados que entran en juego en una misma persona. La primera mujer aparece dueña del mundo y saturada de placeres, en una ciudad donde es productora de cine. Tres décadas después, cuesta verla sola, temerosa y rendida en una clínica por los efectos de su enfermedad. Se dedica entonces a evaluar sus vivencias, sus amores y desamores, y a describir valiosos conceptos sobre vida y la muerte. Porque quien está más cerca de la vejez tiene tiempo de mirar y medir todos los cambios físicos y emocionales que trae el paso de los años.
La protagonista de este libro quiso hacer cine “no para comunicarle nada a nadie, sino para atesorar instantes de fulgor, para adueñarse de esa intensidad”. Son unos minutos en los que llega a olvidarse de ella misma, siente la eternidad y experimenta un verdadero éxtasis. Sin embargo, son momentos pasajeros porque están seguidos por “el tedio, la grisura de las pequeñas soledades, los miedos”. Así vivió Lucía, enamorada de un hombre casado llamado Hipólito, amiga de Ricardo y al mismo tiempo, amante de Miguel. Una mujer, como ella misma lo dice, con falta de sentido posesivo, acostumbrada a ser siempre la tercera; pero también una mujer que a través de sus relaciones logra definir y valorar el amor hasta darle los matices de amor pasión y amor cómplice. Valoraciones que son diferentes si se compara su percepción con la de ellos.  Así mismo, enfrenta el tema de la vejez con pesimismo y rabia. “Somos la generación perdida”, dice mientras observa su piel decrépita, sus arrugas, su falsa serenidad y la proximidad de la muerte. Ante ella se horroriza y siente que su tiempo termina porque “va mordiendo pedazos de su vida”. Al final y ya cansada de esta lucha, asume la soledad con resignación, con esa capacidad para aprender a soportarla y vivir con ella; a la vez, parece que se esfuerza por aceptar la muerte.
La función delta, el nombre de esta obra, tiene amplia relación con los sentimientos y vivencias de su personaje central. “Hay momentos en los que nos sentimos compenetrados con alguien, verdaderamente unidos a otra persona, y al instante siguiente nos damos cuenta de que sólo era una ilusión y de que estamos completamente solos. A veces pensamos que nos podemos comunicar con los demás, y un minuto después estamos seguros de que la comunicación es imposible”. Así define Rosa Montero la función delta. En otras palabras son pensamientos que adquieren validez ante la fugacidad de la vida, ante la fragilidad del amor, la certeza de la soledad y la presencia inevitable de la muerte. Profundas reflexiones que involucran todos los fantasmas interiores que están presentes en nuestro diario vivir. LVV
 “El único amor posible es el amor pasión. Lo demás es claudicar y resignarse. (…) La pasión es el impulso creativo que mueve al mundo. Sin pasión no hay arte, sin pasión no hay genio. Y si renuncias a ella por cobardía, estás siendo derrotado, estás aceptando la monotonía y la rutina”. Ricardo
“El amor pasión es intelectual, te lo inventas, te lo imaginas, no arriesgas nada con él. Sufres y gozas solo tú, es un amor privado. El otro, el amor de cada día, el que te pone en compromiso con los demás, ése es el único real”. Lucía


martes, 22 de marzo de 2016

LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER de Svetlana Alexiévich

“Hija mía, para contar nuestra Historia hacen falta centenares de personas como usted. Para describir todos nuestros sufrimientos. Nuestras incontables lágrimas”.

“Recordar asusta, pero no recordar es aún más terrible”.

Una obra construida con voces de la vida diaria, con voces femeninas que desahogan su alma después de años de silencio. Empieza cuestionando por qué las mujeres no habían sido capaces de defender su historia, sus palabras, sus sentimientos. Se hace necesario entonces humanizar la guerra para hacerla ver diferente. Para ello hay que recordar y hacer de este acto creativo un arte que duele, pero que ayuda a contar infinitos sufrimientos y vivencias. Así, Svetlana Alexiévich, la periodista y escritora bielorrusa, Premio Nobel de Literatura 2015, entrevista a cientos de mujeres -alrededor de 500 entrevistas- que parecen escuchar el sonido de su alma y lo verifican con palabras. Lee las voces de estos testigos humildes y sencillos y las transforma en literatura.  Y escucha con atención su dolor y sus silencios. Imposible grabar los ojos, las manos, el llanto, el asombro, las emociones de ellas. Termina escribiendo no sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra, la historia de sus sentimientos, de sus vivencias, de su alma. La historia de las mujeres en la guerra. Una guerra femenina que tiene sus propias palabras y su propio llanto. Tiene también “sus propios colores, olores, sonidos, su iluminación y espacio”. Es decir, tiene su propia fantasía, sin perder la pista del espíritu humano, “allí donde el sufrimiento transforma al hombre pequeño en un gran hombre”. Sus historias fueron ocultadas por la censura y afortunadamente en el año 2002 fueron recuperadas en un marco de sinceridad y libertad. Toda una carga de experiencias dolorosas relatadas con odio, perplejidad y hasta ternura que sus relatoras ya no quieren recordar. “Un grito que debe guardarse en algún lugar del mundo”, voces que se suman en “un mar de lágrimas”, pero que terminan ratificando ese amor por la vida y considerándola el regalo más grande.

“¿Qué es la felicidad? Es encontrar entre los caídos a alguien con vida”.

“Lo más espantoso de la guerra es la muerte, es tener que llevar calzones de hombre”.

 “No todo el mundo es capaz de someterse a la disciplina militar y la naturaleza femenina se opone al régimen del ejército”.

 “Matar con tus propias manos produce miedo”.

 “La guerra huele a hombre”.

“Nada del color de la sangre”.

“Para mí las armas nunca han sido bellas, me es del todo incomprensible la admiración que sienten los hombres ante una pistola. Yo soy mujer”.

“Si renuncias a ser mujer, no sobrevives en la guerra”.

“Muy pronto, ya en las primeras conversaciones, me di cuenta: independientemente del tema concreto del que hablaran, incluso hablando de la muerte, las mujeres siempre mencionaban la belleza, ese eje indestructible de su existencia”. (Svetlana Alexiévich)

¿Qué información exacta recoge la periodista-escritora para hacer su libro? La historia de las mujeres soviéticas que van a la guerra deseosas de participar en el Ejército Rojo durante la II Guerra Mundial. Quieren ayudar a su patria a vencer a los alemanes y demostrar el amor a su país, sintiéndose grandes e iguales a sus compañeros. Imposible quedarse en casa esperando calladamente el triunfo o la derrota. Se les niega la posibilidad de emprender esta aventura  e insisten una y muchas veces. Al lograrlo solo encuentran tragedia y desolación; solo ven hambre, dolor y sangre. ¿A dónde han llegado? A un infierno pleno de llamas donde no hay más que muerte y miseria. Sin embargo, ninguna de ellas renuncia a esta locura y asumen diferentes puestos según su capacitación y sus posibilidades. Se convierten en enfermeras, cocineras, lavanderas, guardianas, peluqueras, fotógrafas, ayudante de los barcos, portadoras de armas, francotiradoras, médicos, pilotos, constructoras de puentes y hasta jefes de los hombres que no podían entender cómo llegaron allí. Sus compañeros las respetan y las valoran inmensamente, al tiempo que terminan descubriendo en ellas su coraje y valentía. Era valioso verlas en la guerra; su voz, su sola presencia lo cambiaba todo. Mientras a diario perdían la vida decenas y cientos de sus compañeros, ellas lograban sobrevivir y eran sus enfermeras, sus sanadoras o su último consuelo. Eran incapaces de dejar tantos heridos, mutilados, quemados, “muertos tirados por ahí”. Enfrentaban, con demasiado temor, el hecho de matar. Enfrentaban también el frío que todo lo congela, hasta sus lágrimas. Todo lo veían negro, solo la sangre era de color diferente, un color que terminaron odiando y muchas veces se niegan a usarlo. Vestían ropa sucia y ensangrentada. No obstante, sabían rescatar en algún momento su esencia femenina y eran incapaces de olvidar sus adornos, sus aretes, sus perfumes, sus prendas de vestir, los objetos que las hacían sentir vivas y guapas. Hasta bordaban en los pocos ratos libres que tenían. Resaltaban el valor de la charla y el miedo a verse feas, incluso después de morir. Debían olvidar a sus propios hijos que concibieron en la guerra y sufrían por tener que dejarlos. Era más fuerte su espíritu patriótico. Necesitaban rezar en silencio, muchas veces, aunque no creyeran. También tenían como fármaco al amor. El que las protegía y les daba la fuerza necesaria para sobrevivir y con el que vivieron los mejores momentos; aunque otras pensaban que “en ese ambiente el amor moriría al instante”.

Y al regresar de la guerra, “llevan encima el olor de la sangre, el color rojo de ella”. Se sienten viejas e inadaptadas, callan porque nadie quiere darles trabajo, prefieren pasar desapercibidas y perder el subsidio que se les da a los excombatientes porque son rechazadas por la sociedad. Los héroes y vencedores son ellos. “Bielorrusia recién liberada está cargada de hombres”, no hay mujeres. No entienden cómo después de tener la amistad y la protección de ellos en la guerra, además de su bondad y su calor humano, son ignoradas por ellos. Les dieron la espalda. No faltan los insultos y las palabras fuertes que las hace sentir inferiores. Además muchas gritan en la noche mientras duermen, sufren de pesadillas, las persiguen los ladridos de los perros, los soldados alemanes, las estatuas de moribundos; a su alrededor todo zumba y cruje. “Llega el verano y parece que la guerra empezara de nuevo”. El alma del ser humano envejece. 

Difícil para Svetlana Alexiévich reconstruir ese pasado, ver y comprender lo incomprensible, hallar sentido a los hechos vividos. Después de todo, esas mujeres se convirtieron en testigos de esa memoria, de lo que la gente recuerda, de cómo lo recuerda, de lo que quiere comentar y de lo que prefiere olvidar. Es como reencontrar dos personas diferentes: la de antes y la de después de la guerra. Finalmente, terminan no conociendo el mundo sin guerra y descubren que “la guerra es una vivencia demasiado íntima e igual de infinita que la vida humana”, siendo mucho más grande la vida humana. L.V.V.


"Las escucho cuando hablan... Las escucho cuando están en silencio... Para mí, tanto las palabras como el silencio son el texto". (Svetlana Alexiévich)


lunes, 1 de febrero de 2016

CONTIGO EN LA DISTANCIA de Carla Guelfenbein


“En algún lugar del planeta alguien cargaba con tu muerte. Esta certeza creció con los días, las semanas, los meses, golpeó mi conciencia hasta volverse insoportable. Pero ¿quién?, ¿por qué? Nunca imaginé que la respuesta pudiera estar tan cerca que, al dar la vuelta, me encontraría conmigo mismo”.

Así comienza esta obra de Carla Guelfenbein, la escritora chilena galardonada con el Premio Afaguara de Novela 2015, que estudió biología y diseño en Inglaterra, trabajó como diseñadora en agencias de publicidad y fue directora de arte y editora de moda en su país. Este premio se le concedió por escribir “una novela de suspenso literario, construida con gran eficacia narrativa en torno a un memorable personaje femenino y al poder de la genialidad”. Además porque “la autora ha sabido entrelazar amores y enigmas con una escritura a la vez compleja y transparente. Centrada en la ciudad de Santiago de Chile, la historia abarca tres generaciones que, sin saberlo, comparten un secreto poético que es al mismo tiempo un secreto existencial”, así lo aseguró el jurado de este valioso galardón.

En la novela, como lo podemos leer al comienzo, encontramos a Daniel, un joven arquitecto, planteándose la causa de la muerte de la escritora Vera Sigall. Se niega a aceptarla como natural y emprende una búsqueda que le permitirá acercarse más a su venerada y confidente vecina, 50 años mayor que él. No será fácil puesto que desconoce a su familia y a personas cercanas a ella; solo sabe de su relación con Horacio Infante, otro reconocido escritor al que ha tratado de contactar y parece no tener respuesta pues se halla lejos de su país. La muerte de la escritora y la tarea que ha iniciado son incompatibles en su relación con Gracia, su esposa, que quiso celebrar su séptimo aniversario de bodas y no fue posible. Daniel fue incapaz de abandonar a Vera y arriesgó su matrimonio, ya que permaneció al lado de ella durante muchas semanas en la clínica donde estuvo inconsciente después de haber rodado por las escalas de su residencia. Hasta allí llegó también Emilia que hizo su viaje desde Francia para terminar su tesis sobre la obra de Vera Sigall, gracias a la ayuda de Horacio Infante. Fue difícil para esta joven desprenderse de su mundo y de su relación con Jerome, su novio “celestial”, “con quien no tenía espacio para lo terrenal”. Y le costó más acercarse a su admirada escritora, en estado de coma, y a ese acompañante silencioso durante horas y días interminables. Sin embargo, Daniel y Emilia logran entablar una relación que poco a poco irá atando cabos sobre la situación real de Vera Sigall, su vida y su obra. Serán cuatro personajes que mostrarán una historia que se cruza entre ellos y los atrapará inexorablemente. Descubrirán un mundo diferente al que habitan y se sorprenderán con los hallazgos encontrados.

“Contigo en la distancia” es una novela que sorprende por su pureza y serenidad ya que presenta una prosa limpia y cargada de intimidad que nos involucra fácilmente con el mundo interno de sus personajes y con las situaciones planteadas. Juntos asumimos esa investigación policíaca que nos llevará a profundizar en el alma de cada uno: de la enigmática, feminista y muy inteligente Vera Sigall, del vistoso y engreído escritor Horacio Infante, del arquitecto Daniel que aún no logra consolidar su carrera y ha descuidado su relación de pareja,  y de Emilia quien debe superar su miedo al contacto físico con un hombre y a relacionarse con los demás.

Karla Guelfenbein  nos plantea una historia interesante que tiene como característica esencial el amor, ese amor que invade las relaciones humanas, que se apodera de ellas y que marca los repliegues que son la causa de la distancia y de los afectos imposibles. Así Daniel, Emilia y Horacio nos van contando esta historia en 53 capítulos donde cada uno revela su fortaleza y fragilidad, y nos descubre todos los misterios que encierra Vera Sigall, su personaje central. Una novela digna de este valioso premio. L.V.V.


"… Pero entonces tú me hablabas de la voracidad del amor, su ansia por tragarse al ser amado y por lograr que este respire tan solo a través de nosotros. Pero sobre todo, me hablabas de ese deseo oculto que tiene el amor de llevarse a cabo sin transacciones ni palabras, movido tan solo por su propia esencia, por su supuesta incondicionalidad”.

“Volví a pensar en ese sitio del otro que nadie puede alcanzar. Cuán errado estaba al creer que aquello que se podía ver y tocar constituía la realidad. La vida verdadera ocurre en ese otro espacio, oculta bajo la apariencia material de las cosas”.


"…quienes se ocultan tras los muros del conocimiento y la razón pierden su capacidad de ver la fosforescencia de las cosas”.

"…pensé en el gigantesco potencial destructivo que tiene la adversidad. El amor radica en la capacidad de resistirla junto al otro”.

“No hay nada más destructivo para el amor que el desprecio a uno mismo”.



jueves, 28 de enero de 2016

YO SOY MALALA

"Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo. La educación es la única solución".
"Ser arrancado del país que amas es algo que no deseo a nadie".


Un libro editado para adolescentes y jóvenes, pero de interés para todas las personas. Fue publicado por la Editorial Alianza en noviembre de 2013 y se convirtió en la carta de presentación de la ganadora más joven del Premio Nobel de la Paz, en el año 2014. Su protagonista es la misma escritora quien contó con la colaboración de la periodista inglesa Christina Lamb.

En primera persona, Malala Yousafzai nos relata su vida en Mingora, una ciudad pakistaní ubicada en el valle de Swat, donde nació y creció en un hogar que favoreció su calidad de mujer y no la condenó al olvido. Allí, al lado de sus padres y hermanos, se fortaleció hasta el punto de vencer innumerables dificultades para educarse en un medio que privilegia la educación de los hombres y es dominado por los grupos talibanes que siembran el terror y atacan por doquier en nombre de su religión. La mujer debe ocultarse en su hogar, no puede ir a la escuela, ni salir sola a la calle. Es un ser que no cuenta en la vida civil y debe cubrir su rostro y su cuerpo cuando sale de casa. No fue fácil para ella enfrentar esta situación y con la ayuda de su padre, otro incansable luchador de la educación, se hizo grande siendo aún pequeña. Fue la voz de los grupos sometidos, la voz de una niña con palabras de mujer, la voz de un cuerpo pequeño albergando un alma grande. Atendió entonces la invitación de la BBC de crear un blog donde dio a conocer la lucha de su familia por el acceso de sus congéneres a la escuela, y compartió sus experiencias como mujer víctima del régimen talibán en foros internacionales y en conferencias a través de internet. Fue protegida con el seudónimo Gul Makai por algún tiempo, hasta que fue atacada en un bus cuando regresaba a casa de su escuela. En ese momento fue herida con dos de sus compañeras y contaba con solo 15 años. Esta brutal agresión de manos de talibanes, que la tuvo al borde de la muerte durante varias semanas, le permitió encontrar la solidaridad mundial en torno a su recuperación. Tras pasar por varios hospitales en distintas ciudades, llegó al Hospital Reina Sofía de Birmingham, en Inglaterra, donde finalmente, y después de múltiples intervenciones, logró sobrevivir.  Difícil para ella y para su familia, despegarse de su tierra, de sus amigos y de sus costumbres; pero debió hacerlo. 

Ahora, con 17 años, ubicada lejos de su hogar por razones de seguridad, es una de las líderes políticas más jóvenes que asume con valentía la defensa de los derechos humanos, en especial el derecho a la educación sin importar raza, religión, militancia política, ni sexo. Es un símbolo de la lucha de la mujer. Sus palabras hacen eco en los mandatarios de todo el mundo y gracias a ella, se espera una transformación de la sociedad en la que ningún niño se quede sin escuela y todos cuenten con los recursos y la seguridad para ir a ella. Mensaje que tiene como prioridad a las niñas de Pakistán y Afganistán. No concibe el mundo con tantas contradicciones y tanta desigualdad, y su voz traspasa continentes en la búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria. Muy valiosa su confesión a través de este libro. L.V.V.