lunes, 27 de junio de 2016

EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO por Victor E. Frankl

 “¿Quién es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que inventó las cámaras de gas, pero también es el ser que entró en ellas con paso firme y musitando una oración”.

“No es el sufrimiento en sí mismo el que hace madurar al hombre, es el hombre el que le da sentido al sufrimiento”.

No pude negarme a la lectura de esta obra autobiográfica relacionada con el holocausto nazi, en especial porque está narrada por uno de sus supervivientes que no solo fue prisionero por tres años en los campos de concentración de Auschwtiz, sino también médico psiquiatra de la Universidad de Viena cuando fue detenido: VICTOR E. FRANKL. Un personaje que describe de manera objetiva sus vivencias para amortiguar su impacto y opacar en buena medida esta tragedia que cambió su existencia y le dio fuerza a su estatus de profesional estudioso del comportamiento humano.  Nadie mejor que él para darle sentido a la vida miserable que debió soportar en medio del hambre, del frío, de la escasez de sueño, del maltrato inhumano, de las humillaciones, de la soledad extrema; además de la visión constante de exterminio en las cámaras de gas y hornos crematorios. Era de esperarse que surgiera la idea del suicidio, de aniquilación, o la pérdida de todo valor humano y de toda esperanza en el futuro. Sin embargo, tuvo la fortaleza interior para sobreponerse y encontrarle una finalidad a su vida. Le dio sentido a las palabras de Nietzsche: “El que tiene un por qué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo” y fue capaz de orientar sus conocimientos psicoterapéuticos para salvarse y ayudar a muchos de los prisioneros que lo acompañaban. Así, el terrible cómo de su existencia pudo ser tolerado puesto que tenía un objetivo, una meta, un sueño para vivir. Su capacidad de resistencia venció, sin importar los múltiples sufrimientos, lágrimas y desfallecimientos que tuvo que sobrellevar día tras día. La fortaleza interior se sobrepuso. Y, gracias a esto, y a “una cadena inexplicable de fortuitas casualidades o de auténticos milagros”, pudo regresar a su mundo, a su cotidianidad. Las atroces vivencias quedaron atrás como una pesadilla fatal y al final, el bello sueño de la libertad empezó a hacer su aparición.

“Intuí cómo el hombre, despojado de todo, puede saborear la felicidad -aunque sea un suspiro de felicidad- si contempla el rostro de su ser querido”.

“No hay que avergonzarse de las lágrimas, porque ellas demuestran el valor del sufrimiento con valentía”.

¿Cuáles fueron sus armas en la lucha por la supervivencia? Una profunda vida espiritual, el amor respaldado por la constante imagen de su mujer, la sensibilidad al arte y específicamente a la música, la apreciación de las bellezas de la naturaleza, el contestar siempre con la verdad y su profesión que algunas veces pudo ejercer. Siempre llenó su pensamiento de recuerdos y de metas futuras, gracias a que el hombre puede conservar su libertad espiritual y su independencia mental así viva la más cruel tensión psíquica e indigencia física.  Esa libertad interior fue la que le dio sentido a su existencia y le ayudó a aceptar su dolorosa cruz, su ineludible destino. Así nació la LOGOTERAPIA o psicoterapia centrada en el sentido de la vida, doctrina terapéutica que Frankl creó después de todas estas experiencias.

jueves, 9 de junio de 2016

LA FUNCIÓN DELTA de Rosa Montero



“Vivir es un ir aprendiendo miedos y pavores”
“No atino a comprender qué me ha pasado, cómo es posible que hoy yo sea ya vieja, quién me robó la edad, quien puso en mi rostro este disfraz de arrugas que siento tan extrañas”
Rosa Montero, la narradora y periodista española, nos regala una agradable novela, escrita con enorme riqueza expresiva y un conocimiento certero del género femenino. Quién mejor que ella para enfrentar a Lucía de 30 y a Lucía de 60 años, dos mundos totalmente apartados que entran en juego en una misma persona. La primera mujer aparece dueña del mundo y saturada de placeres, en una ciudad donde es productora de cine. Tres décadas después, cuesta verla sola, temerosa y rendida en una clínica por los efectos de su enfermedad. Se dedica entonces a evaluar sus vivencias, sus amores y desamores, y a describir valiosos conceptos sobre vida y la muerte. Porque quien está más cerca de la vejez tiene tiempo de mirar y medir todos los cambios físicos y emocionales que trae el paso de los años.
La protagonista de este libro quiso hacer cine “no para comunicarle nada a nadie, sino para atesorar instantes de fulgor, para adueñarse de esa intensidad”. Son unos minutos en los que llega a olvidarse de ella misma, siente la eternidad y experimenta un verdadero éxtasis. Sin embargo, son momentos pasajeros porque están seguidos por “el tedio, la grisura de las pequeñas soledades, los miedos”. Así vivió Lucía, enamorada de un hombre casado llamado Hipólito, amiga de Ricardo y al mismo tiempo, amante de Miguel. Una mujer, como ella misma lo dice, con falta de sentido posesivo, acostumbrada a ser siempre la tercera; pero también una mujer que a través de sus relaciones logra definir y valorar el amor hasta darle los matices de amor pasión y amor cómplice. Valoraciones que son diferentes si se compara su percepción con la de ellos.  Así mismo, enfrenta el tema de la vejez con pesimismo y rabia. “Somos la generación perdida”, dice mientras observa su piel decrépita, sus arrugas, su falsa serenidad y la proximidad de la muerte. Ante ella se horroriza y siente que su tiempo termina porque “va mordiendo pedazos de su vida”. Al final y ya cansada de esta lucha, asume la soledad con resignación, con esa capacidad para aprender a soportarla y vivir con ella; a la vez, parece que se esfuerza por aceptar la muerte.
La función delta, el nombre de esta obra, tiene amplia relación con los sentimientos y vivencias de su personaje central. “Hay momentos en los que nos sentimos compenetrados con alguien, verdaderamente unidos a otra persona, y al instante siguiente nos damos cuenta de que sólo era una ilusión y de que estamos completamente solos. A veces pensamos que nos podemos comunicar con los demás, y un minuto después estamos seguros de que la comunicación es imposible”. Así define Rosa Montero la función delta. En otras palabras son pensamientos que adquieren validez ante la fugacidad de la vida, ante la fragilidad del amor, la certeza de la soledad y la presencia inevitable de la muerte. Profundas reflexiones que involucran todos los fantasmas interiores que están presentes en nuestro diario vivir. LVV
 “El único amor posible es el amor pasión. Lo demás es claudicar y resignarse. (…) La pasión es el impulso creativo que mueve al mundo. Sin pasión no hay arte, sin pasión no hay genio. Y si renuncias a ella por cobardía, estás siendo derrotado, estás aceptando la monotonía y la rutina”. Ricardo
“El amor pasión es intelectual, te lo inventas, te lo imaginas, no arriesgas nada con él. Sufres y gozas solo tú, es un amor privado. El otro, el amor de cada día, el que te pone en compromiso con los demás, ése es el único real”. Lucía