miércoles, 28 de febrero de 2018

LA CANCIÓN DE DOROTEA de Rosa Regàs

“No hay literatura femenina, es sólo que las mujeres han introducido en la literatura algo que los hombres no hacen, hablar de los problemas desde la más profunda intimidad". 
Rosa Regàs 

Esta novela, ganadora del Premio Planeta 2001 en su quincuagésimo aniversario, ha sido valorada por la crítica de diferentes maneras: aburrida, intrigante, perturbadora, inteligente, deslumbrante, lenta y pesada. Yo diría desconcertante. Rosa Regàs nos relata una historia interesante y cargada de misterio que agiliza la percepción de nuestros sentidos, deseosos de un final más rápido y preciso. Sin embargo, encontramos un texto que se recrea en los lugares, los personajes, las situaciones, los sentimientos, los temores y los pensamientos cada vez más contradictorios de su protagonista. La escritora española parece estar buscando cómo agarrar al lector con su estilo narrativo, cómo llevarlo paso a paso por el sorprendente mundo de un pueblo y de sus habitantes, cómo hacerlo cambiar de opinión respecto a sus personajes principales y cómo sorprenderlo finalmente. Y la sorpresa llega con un final inesperado que nos deja sin palabras. ¿Una trama tan elaborada merece tal desencadenamiento? Este y muchos otros interrogantes suscita la obra que a pesar de todo, termina más enriquecida por este suceso, añadiría yo, a quien desconcertó y dejó cargada de inquietud. 

Dos personajes femeninos totalmente opuestos son los protagonistas de esta historia: Aurelia y Adelita. Aurelia es una profesora universitaria de Madrid y debe visitar con frecuencia a su padre enfermo que reside en el campo. Las relaciones con él no han sido cordiales, pero ahora necesita la ayuda de alguien que cuide a su progenitor y se encargue también de la casa. Adelita, una mujer pequeña y humilde, es la persona indicada y llega asumiendo el rol esperado. Pasarán muchos días, incluyendo el fallecimiento de su padre, para que Aurelia empiece a dudar de su empleada. Ve cómo sale con frecuencia, maneja extrañas relaciones a su alrededor, tiene esposo e hijos holgazanes, y es parlanchina y mentirosa, lo que obliga a Aurelia a abandonar su estilo de vida citadino. Así esta pequeña mujer irá cobrando fuerza en el relato y hará todo lo posible por imponer su voluntad ante su patrona que cada día irá disminuyendo su seguridad y dominio de la situación. Aparecerán además hechos anómalos como el robo de un valioso anillo de Aurelia, visitas a la comisaría de policía buscando en vano abogados para su caso, llamadas telefónicas que insisten en preguntar por Dorotea, y la aparición en el pueblo cercano a la casa de un hombre enigmático con sombrero negro que siempre parece estarla observando. No será fácil para Aurelia enfrentar estos sucesos que terminarán agobiándola y dejándola vencida por el lado oscuro de su contrincante. Su autoestima entrará en crisis, la depresión aumentará, bordeará la locura y la soledad será su única acompañante.

Vale la pena concluir con la cita de Sandor Marai que utiliza la autora para iniciar esta novela: El deseo de ser diferente de lo que eres es la mayor tragedia con que el destino puede castigar a una persona”. En otras palabras, asistimos a la negación de la individualidad de dos seres femeninos que se encuentran, se atraen, se descubren y finalmente se repelen porque no se aceptan. “Quieren ser otra persona y cantar LA CANCIÓN DE DOROTEA que no es la suya propia”. LVV

jueves, 8 de febrero de 2018

EL AÑO DEL PENSAMIENTO MÁGICO de Joan Didion

“La vida cambia de prisa.
La vida cambia en un instante.
Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba” 

El pensamiento mágico es el que nos hace creer que tenemos poderes especiales para cambiar la realidad de los acontecimientos. Cuando algo negativo llega a nuestra puerta y nos sentimos incapaces de enfrentarlo, acudimos a él para desvanecer ese dolor y sobrellevar la tristeza que ya empieza a hacerse visible  en nuestro ser. Es una vía de escape para enfrentar a la muerte como lo hizo Joan Didion cuando de repente ésta aparece en la tranquilidad de su hogar y altera todo hasta el punto de vivir un “shock aniquilador que trastorna la mente y el cuerpo”. Esta famosa escritora norteamericana debió darle la cara a la muerte repentina de su esposo -el también escritor John Gregory Dunne- y a la enfermedad de su hija en un lapso corto casi imposible de describir. Debieron pasar muchos meses para transformar su dolor en palabras y convertir esa sensación de inestabilidad y fragilidad en frases lógicas que pudieran interpretar la realidad de su vida como lo hace en su libro. No fue fácil reponerse frente a esta terrible sensación, “frente a las experiencia del sinsentido y de la autocompasión”, como ella misma las llama. 

Tras 40 años de llevar un matrimonio estable, trabajando en compañía de su esposo y compartiendo con él una relación íntima y simbiótica, Joan Didion no logra entender lo que pasa en su hogar la noche del 30 diciembre de 2003. Mientras preparaba la mesa para servir la cena frente a la chimenea encendida, ve cómo John encorva su cuerpo y se inmoviliza. Lo que asume como una broma por parte de él, tiene que enfrentarlo en los minutos siguientes con rapidez y tranquilidad. De inmediato pide el servicio de ambulancia y como un autómata hace gestiones en el hospital, responde a las preguntas de rigor, confirma que John ha muerto, acata las órdenes de quienes lo preparan para su refugio final, llama a su familia para informar sobre este suceso, y recibe en su hogar a familiares y amigos que desean acompañarla. No hay lágrimas, no hay manifestaciones de dolor, no hay consciencia de los hechos. Al cabo de unas largas horas, despierta finalmente sola en su apartamento y no acepta esta dura realidad. Empieza entonces su estrecha relación con ese pensamiento mágico que la ayuda a salvarse porque necesitaba de él y de "esta soledad para que John pudiera volver”. Incapaz de aceptar la vida sin su compañero intenta darle sentido a las semanas y meses que debió soportar sin su presencia. Un tiempo que también estuvo marcado por la enfermedad de su hija, antes y después de la muerte de John.

Este valioso testimonio sobre la muerte y sobre el dolor, el vacío, la soledad y el desasosiego que ésta produce le mereció a Joan Didion el Premio Nacional de Estados Unidos a la Mejor Obra de No-ficción del 2005. En él encontramos una valiosa reflexión sobre el duelo y la supervivencia que acompañan esa ausencia interminable. Intentamos comprender a su autora y sentimos su angustia, aunque sabemos que nunca estamos preparados para darle el adiós definitivo a quien tanto amamos; solo ante su presencia, se puede captar su verdadero sentido. Sin embargo, debemos reconocer que “EL AÑO DEL PENSAMIENTO MÁGICO” nos da las luces para enfrentar esa despedida, ese “adiós eterno” LVV
.
 “Somos seres mortales imperfectos, conscientes de esa mortalidad incluso cuando la apartamos a empujones, decepcionados por nuestra misma complejidad, tan incorporada que cuando lloramos a nuestros seres queridos también nos estamos llorando a nosotros mismos, para bien o para mal. A quienes éramos. A quienes ya no somos. Y a quienes no seremos definitivamente un día”.

"Sé por qué intentamos mantener vivos a los muertos: intentamos mantenerlos vivos para que sigan con nosotros. También sé que si hemos de continuar viviendo llega un momento en que debemos abandonar a los muertos, dejarlos marchar, mantenerlos muertos..."

“El tiempo es la escuela en la que aprendemos. El tiempo es el fuego con que nos quemamos” Delmore Schwartz

domingo, 4 de febrero de 2018

MÁS ALLÁ DEL INVIERNO de Isabel Allende


“En medio del invierno aprendí por fin que hay en mí un verano invencible”
Albert Camus


Isabel Allende nos cuenta, en tres momentos diferentes, una historia dedicada a describir tres personajes que no se conocen entre sí, hasta que finalmente los entrelaza para hacerlos vivir una aventura que los sacará del anonimato y de sus dificultades. Una chilena, un norteamericano y una joven guatemalteca son los protagonistas de esta obra que tiene como temas centrales la inmigración ilegal, la identidad americana, el amor, la solidaridad y las segundas oportunidades. La escritora chilena se inspirará en la frase de Albert Camus –“En medio del invierno aprendí por fin que hay en mí un verano invencible”- para darle el título a su novela y presentar una trama muy cercana a nosostros, los latinoamericanos. En otras palabras es una denuncia social que tiene mayor validez en el momento actual cuando el presidente norteamericano Donald Trump ha endurecido las políticas de inmigración y se hace más marcado el desarraigo de las personas ilegales que siguen buscando el sueño americano.

Esta novela de crítica y de denuncia social, de 350 páginas, engancha al lector y lo atrapa con su narrativa ágil y agradable, y con su temática dura y cruel, pero a la vez optimista y soñadora. Sus protagonistas -Lucía, Brooklyn y Evelyn- cargan con múltiples dificultades, y deben encontrarse para asumir el riesgo de sobrevivir a un temporal de nieve en Nueva York, con un muerto a sus espaldas. Muchas serán las horas que pasarán en medio de la soledad y el desamparo, pero las aprovecharán para compartir eventos dolorosos de su pasado que será también el hallazgo de nuevas oportunidades para cada uno. A sus luchas, miedos y sufrimientos les llegará por fin “un verano invencible”.  Es cuando la escritora exhibe una vez más su lado positivo, su lucha para que las situaciones puedan mejorar y su capacidad para hacer posibles los cambios. Hay que romper con el miedo de enfrentar las dificultades, ella misma lo asegura.

Vale la pena anotar la semejanza de Isabel Allende con la protagonista femenina que es también chilena y vivió la política de Salvador Allende, la dictadura de Pinochet y la represión de sus gobernantes. Ambas muestran siempre su espíritu emprendedor y combativo, son viajeras incansables y mujeres soñadoras, románticas y enamoradizas. Además Lucía Maraz aparece en la novela con una edad que la acerca a la vejez y está deseosa de  disfrutarla con “una vitalidad y una alegría contagiosa”, a pesar de sus dificultades. Vale la pena compararla con lo expresado por nuestra escritora:                                    LVV


“La cita de Camus es muy significativa en mi vida en estos momentos. Cuando empecé a escribir la novela estaba sola, separada de mi marido y a una edad en que los afanes románticos resultan ridículos. Coincidió con la muerte de un par de amigos muy queridos y la de mi perra Olivia, un cambio de casa, la vejez de mis padres, la lejanía de mis nietos y el hecho de tener más de setenta años. Sentí que había comenzado para mí el invierno de la vida, pero no alcancé a sufrir pánico porque, como siempre, la escritura me salvó. Siempre he tenido dentro un “verano invencible”, que en algunas circunstancias trágicas, como el golpe militar de Chile que me forzó al exilio, o la muerte de mi hija Paula, se ha visto nublado, pero siempre vuelve a brillar. He aprendido a confiar en ese verano personal”.