“… Cuando yo todavía no sabía andar, me hacía danzar sentada, y apenas pude sostenerme sobre las dos piernas, me invitaba a perderme con la música, como en un sueño. “Baila, baila, Zarité, porque esclavo que baila es libre… mientras baila”, me decía. Yo he bailado siempre”.
De la mano de la esclava Zarité, ISABEL ALLENDE nos lleva a recorrer una historia que se inicia en Santo Domingo (actualmente Haití) en el año de 1770 y termina en Lousiana en 1810. Con ella vivimos múltiples y desgarradoras experiencias pues vemos cómo desde los nueve años esta pequeña es comprada para servir a su amo Toulouse Valmorain, dueño de una de las plantaciones de azúcar más ricas de la isla y donde se desarrolla una gran parte de la novela marcada por la servidumbre y la opulencia, la esclavitud y la libertad. Conocemos también a Violette Boisier, una mulata cortesana dedicada al placer y a ser útil a sus amantes; a Eugenia García del Solar, primera esposa de Valmorain, quien pierde el sentido de la realidad y debe dejar a Tété (o Zarité) el cuidado y la educación de su hijo Maurice; a Tante Rose, capaz de curar con sus hierbas y rituales africanos; a Adele, compañera del médico Parmentier que es incapaz de reconocer a sus hijos; a Hortense, segunda esposa de Valmorain, dominante y llena de odio contra toda persona ajena a su condición social; a Rosette, bella hija de Tété quien vive con los privilegios de una niña libre hasta que su destino cambia totalmente. Son muchas las mujeres que dan un ambiente de magia a esta obra marcada por la lucha de los esclavos en el siglo XVIII y sus deseos de conseguir la libertad. Así, Zarité pone su destino en esta sociedad del Caribe donde la presión de los blancos sobre los negros es brutal y no se acepta que éstos sean seres humanos y tengan derechos como los demás.
Finalmente, después de muchas luchas y variados sufrimientos, esta esclava llega a un mundo soñado, a un mundo parecido a LA ISLA BAJO EL MAR donde los dioses y los espíritus viven en libertad, pues alcanza la dignidad que le corresponde y se abre camino a la felicidad. LVV
“Ayer mismo estuve bailando en la plaza con los tambores mágicos de Sanité Dedé. Bailar y bailar. De vez en cuando viene Erzuli, loa madre, loa del amor, y monta a Zarité. Entonces vamos juntas galopando a visitar a mis muertos en la isla bajo el mar. Así es”.