Con esta obra, Yolanda Ruiz nos acerca a una realidad que los colombianos, y durante más de 50 años, hemos vivido en medio del dolor, la sangre, la pobreza y la desigualdad. Ella, como periodista y mujer sensible y valiente, se atreve a reflexionar sobre los hechos más recordados en la última treintena de nuestra historia y elabora una evaluación seria sobre el papel que desempeñan los medios de comunicación en esta guerra que no cesa. Sabe bien que hacerlo es estar EN EL FILO DE LA NAVAJA donde intenta “mantener el equilibrio, trabajando con rigor e independencia".
Voces como la de Yolanda, que no
callan y que, sin armas, no temen narrar esas historias que respiran
sufrimiento e infortunio, también vergüenza y degradación, se convierten en
buscadoras desesperadas de la paz. En este caso, hace una defensa de su rol de
periodista en el que prima “la obligación de buscar y buscar para acercarse a
la verdad”. Reconoce la dificultad para lograrlo e ilustra con situaciones
reales los momentos en los que falló, cometió errores, esperó y esperó para
lograr la primicia, fue bloqueada por el entrevistado y hasta víctima del
matoneo en las redes sociales, rectificó y, lo confiesa con satisfacción, muchas veces aplaudió
las críticas y primó la prudencia. Ha tenido siempre, eso sí, la oportunidad de
hacer sus comentarios sobre las situaciones más molestas a través de sus
columnas periodísticas.
Además, analiza la situación de
los reporteros y periodistas del país y descubre el nivel de desprotección y de
estrechez económica que deben soportar quienes viven en provincias y regiones
lejanas a la capital. Impera allí la venta de publicidad en la que, muchas
veces, el mayor anunciante es el Estado y los temas son vendidos o callados
según los intereses de este; sin olvidar, la presión ejercida por los diversos grupos
armados que también amenazan la libertad de prensa. Otras veces son los periodistas
los que actúan como empresarios y hacen que su información sea un verdadero
negocio para las fuentes, siempre con la intención de aumentar los índices de
audiencia. Tampoco puede dejar de mencionar los grandes aportes de la era
digital al periodismo. Un cambio que vio con fascinación, pero también con
preocupación como ella misma lo sustenta, porque ahora casi todo el mundo publica en
internet y en las redes sociales con un mínimo de profundidad y sin filtros de
ninguna clase que permitan confirmar lo que dicen. Asegura que es imposible informar
para satisfacer a las redes, cuando la labor del periodista es “dudar frente a
todas las fuentes y todas las versiones” para llegar a la calidad y claridad.
En otras palabras, Yolanda Ruiz, actualmente Directora Nacional de Noticias RCN, lucha por buscar la transparencia de la
información y por denunciar los hechos violentos, incluyendo los que están al
otro lado del respeto y la decencia. Y lo hace con pasión, en su día a día que
nunca se repite y que generalmente termina cargado de “incertidumbres,
preguntas, dudas y temores”, según sus propias palabras. Muchas páginas dejan
correr lágrimas en sus relatos, muchas palabras alzan su voz ante la agresión, variedad de seres humanos cuentan sus historias decantando la rabia con generosidad, y por
fortuna, los anhelos de paz continúan allí, entretejiendo nuestra realidad. ¿Hasta
cuándo? L.V.V.