Una novela que nos abre las puertas a todos los sentimientos y emociones relacionados con la enfermedad, con un estado cercano a la muerte, con una situación personal e íntima de verdadera soledad. Vemos en ella una cita con la esperanza y con la desilusión, con la felicidad y el remordimiento, con la vida y con la muerte. Así, a través de un famoso pianista que llega a Florencia y debe ser hospitalizado después de su concierto, Sandor Márai retrata la situación de un enfermo que enfrenta su mal con responsabilidad y valentía, y aunque asume el dolor como “un salvaje que atormenta con sus flechas envenenadas”, lo acepta y encuentra la felicidad por unos instantes. Reconoce que aunque la enfermedad es realmente un castigo y que humilla a quien lo padece, el ser humano es más infinito que su destino, más intrépido y dispuesto a todo. Por ello, en su relación con los médicos y las cuatro hermanas que lo atienden deja ver esa necesidad de huir de la enfermedad y de buscar la vida. Las palabras “No quiero que mueras” que llegan después de un delirio causado por la morfina, inician un cambio positivo, la posibilidad de curación, de supervivencia.
Una vez más Sándor Károly Henrik Grosschmid de Mára, conocido como Sándor Márai, nos da muestras de su gran sensibilidad y, paradójicamente, de su compromiso con la vida. LVV
- "Vivir exige mucha responsabilidad y detrás de todo está la muerte".
"Con la muerte se expresa un triste deseo, el de poner orden en el gran desorden de la vida".
"El cuerpo enfermo no tiene secretos. La enfermedad es un estado ancestral que desconoce el pudor".
"El amor, esa fuerza que empareja a los vivos y fecunda la materia del mundo". - "Uno nunca debe volver con una persona de quien se ha alejado definitivamente".