En una aldea de pescadores había un mentiroso. Todas las tardes, al crepúsculo, se iba a la orilla del mar, se quedaba sentado largas horas, a la noche, iba a la taberna y contaba lo que había visto. Entre cerveza y humo, los otros pescadores lo esperaban ansiosos. "¿Qué has visto hoy? Cuenta, cuenta". "Vi que desde el fondo del mar surgía una sirena." Otra noche contaba: "Su cola era tornasolada y su cabellera resplandeciente". Otra noche contaba que la sirena venía hacia él por una estela de oro. Los parroquianos reían. Una tarde, el hombre tardó más de lo acostumbrado. Bien entrado el crepúsculo, se había quedado mirando el mar. De pronto, el mar se abrió y por una estela de oro surgió una sirena de cola tornasolada y cabellera resplandeciente. El hombre se espantó. Quiso escapar pero la sirena le habló, lo tranquilizó con su voz, le acarició el pelo y suavemente desapareció. Esa noche, cuando el hombre fue a la taberna, los parroquianos le dijeron: "!Como has tardado! Cuéntanos, ¿qué has visto hoy? ¿Qué has visto?" Mirando para abajo, el hombre contestó: "Nada".