jueves, 29 de septiembre de 2011

ORHAN PAMUK

Más que su obra, quiero hacer énfasis en al autor ORHAN PAMUK. Un nombre que antes de obtener el Premio Nobel de Literatura en el año 2006, ya lo escuchaba en labios de mi hijo con un fervor indescriptible y un apasionamiento grande por su vida y obra. Sólo hasta ahora puedo leerlo y el primer libro que llega a mis manos es EL MUSEO DE LA INOCENCIA.


“Escribo porque tengo la innata necesidad de escribir.
 Escribo porque no puedo hacer un trabajo normal como otras personas.
Escribo porque quiero leer libros como los que escribo. 
Escribo porque amo sentarme a escribir en un cuarto, todo el día.
Escribo porque sólo puedo tomar parte de la vida real cambiándola.
 Escribo porque quiero que todos los demás, todos nosotros, el mundo entero,
sepan qué clase de vida vivíamos y todavía seguimos viviendo en Estambul,
en Turquía.
 Escribo porque amo el olor del papel, del lapicero, de la tinta.
Escribo porque, más que en cualquier otra cosa, creo en la literatura,
en el arte de la novela.
Escribo porque es un vicio, una pasión.
Escribo porque tengo miedo de ser olvidado. 
Escribo para estar solo.Escribo porque me gusta que me lean.
Escribo porque una vez que he comenzado una novela, un ensayo,
 una página, quiero terminarlos.
Escribo porque tengo una devoción infantil por la inmortalidad de las bibliotecas
 y por la manera en que mis libros se asentarán en los estantes.
Escribo porque es emocionante verter en palabras todas las bellezas
y riquezas de la vida.
Escribo porque quiero escapar del presentimiento de que hay un lugar al que debo ir,
tal como en un sueño, y no puedo llegar allí del todo.
Escribo porque nunca he sabido ingeniármelas para ser feliz.
Y escribo para ser feliz".

Pamuk nació en Estambul en 1952, inició estudios de arquitectura y se graduó en periodismo para entregarse por completo a la literatura. Durante los años 1985 y 1988 vivió en Nueva York dedicado a la docencia en la Universidad de Columbia y regresó posteriormente a Estambul donde ahora es musulmán cultural. Sin embargo, antes de estabilizarse en su país tuvo problemas con la justicia ante la muerte de kurdos y armenios ya que reconoció el genocidio cometido por Turquía contra estos pueblos e hizo una crítica al silencio del gobierno sobre esta situación. Esto lo llevó a ser procesado en el año 2004 y a exiliarse en el extranjero. Se le reconoce como símbolo de la lucha de Turquía para formar parte de la Unión Europea. Su obra es considerada como uno de los fenómenos de la literatura en la actualidad ya que establece un vínculo cultural entre Oriente y Occidente a través de su prosa poética cargada de un fuerte compromiso social. Recibió gran influencia de su padre de quien heredó el gusto por la lectura y la escritura, y supo transmitirle su pasión por la literatura. De ahí que su discurso al recibir el Premio Nobel lo haya titulado La valija de mi padre, que concluyó así:

“Mi padre murió en diciembre de 2002.
Hoy, que estoy en pie frente a la Academia Sueca
 y sus distinguidos miembros que me han galardonado con este gran premio
 y sus distinguidos invitados, quisiera, con toda el alma,
que él pudiera estar entre nosotros”.

domingo, 11 de septiembre de 2011

HERMANN LEMA, otro poeta que dice adios

En este tiempo antipoético, HERMANN LEMA es uno de los pocos
que puede mostrarnos la palabra convertida en milagro de creación,
sin alteraciones ni artificios que las desfiguren o la vistan de falsos ropajes.
Este poeta de asombrosos estremecimientos ha transitado
ásperos territorios donde lo ha sorprendido
el aullido tenebroso del dolor,
el misterio alucinante de la vida,
el rostro fugitivo del amor y
  la súbita presencia de la muerte”.
Fernando Mejía Mejía

CANCIÓN DESOLADA

Este abierto cansancio
que me llega de adentro.
Esta angustia infinita
que se riega en mi sangre.
Esta herida de aceite
que en mis manos se abre.
Este llanto de fuego
que se quema en mis labios.
Este croquis de angustia
que se marca en mi frente:
Es la sombra despierta
de un poema que duerme.
Es la azul quemadura
de una luz de septiembre.
Es clamor detenido
en abismos celestes.
Es una ausencia grabada
con un sello de muerte.


POEMA DEL INSTANTE FINAL

Es tiempo de partir.
de huir hacia el futuro es tiempo;
despleguemos la velas del pasado
y digamos adiós al viejo puerto.

No debemos llorar.
Nuestros destinos de atávica fortuna
muy lejos estarán en la alta noche
cuando navegue el barco de la luna.

Como vine me voy.
Siguiendo estelas de un sueño sin sentido,
me voy como los vientos, sin oídos,
me voy como los vientos,
sin regreso.

No quedará una huella de mi paso.
quizás, un verso que esculpió mi angustia,
seguirá como un eco en otros labios
describiendo mi sombra taciturna.


HERMANN LEMA abandonó este mundo siguiendo al pie de la letra sus palabras. No mostró temor al emprender este viaje el pasado 11 de junio, puesto que siempre supo degustar el color y el aroma de este momento. Sólo que no pudo despedirse en el lugar que siempre soñó, en su biblioteca, donde habitó los mejores momentos de su vida y donde pudo recrear sus temas favoritos como la angustia, la soledad, el dolor y la muerte que le valieron el título de "poeta existencial". Su enfermedad lo condujo a un paraje intermedio donde encontró las velas abiertas para iniciar su viaje, pues allí en la clínica, con el mar en calma, pudo decir adiós e iniciar su viaje de retorno.