viernes, 19 de abril de 2013

EL OLVIDO QUE SEREMOS de Héctor Abad Faciolince

“La memoria es un espejo opaco y vuelto añicos, o, mejor dicho, está hecha de intemporales conchas de recuerdos desperdigados sobre una playa de olvidos”.
 
 
“Cuando uno lleva por dentro una tristeza sin límites, morirse ya no es grave”.
“Siempre me ha parecido que los despiadados carecen de imaginación literaria –esa capacidad que nos dan las grandes novelas de meternos en la piel de otros-, y son incapaces de ver que la vida da muchas vueltas y que el lugar del otro, en un momento dado, lo podríamos estar ocupando nosotros: en dolor, pobreza, opresión, injusticia, tortura”.

Tarea difícil la de luchar contra el olvido. Un olvido que se justifica por la calidad de seres finitos que somos, la clara realidad de que estamos condenados a morir. Y morir significa desaparecer y ser olvidado. Sin embargo, en este caso, la vida ha sido capaz de triunfar y de vencer los odios ante la desaparición violenta de un padre grande y de un colombiano valiente que entregó su vida por un país que no se cansa de soñar con la paz. Es la tarea de este “memorial de agravios” que nos toca el alma y ayuda a grabar en la memoria  una historia que continúa repitiéndose, pues no ha llegado a su fin.

Hector Abad Faciolince nos permite entrar en su vida y en la de su familia, en su pensamiento y en su corazón, en su presente y en su pasado. Nos regala los mejores recuerdos de su vida familiar, que seguramente muchos  pudimos compartir con el mayor afecto y rememorar momentos de nuestra infancia y adolescencia en el seno de un hogar donde también existió un padre grande y generoso, una madre fuerte y luchadora, y un buen número de hermanos que ayudaron a forjar un futuro con dificultades, pero con inmensos retos.

Leerlo es conocer cada uno de las personas, momentos, y situaciones que lo formaron como ciudadano, como escritor y como hijo, ferviente admirador de su padre, el médico y profesor universitario Héctor Abad Gómez. Increíble la tolerancia de éste, la comprensión y el apoyo sin límites que le brindó a su familia. Ningún padre podría parecérsele. Ninguno con sus capacidades, su coraje frente a la adversidad y su entrega desmedida a una causa ajena a su condición social, pero cercana a su esencia de hombre con ideales de patria en sus venas.

Y también tuvimos que sufrir su angustia y su dolor a través de esta novela. La Colombia de antes, la de ahora y quizás la del futuro no merecen su sacrificio. Bajo su cielo, cargado de nubes negras, tejió una lucha contra la injusticia social y contra la violencia que muchas veces su hijo asemejó a “dar alaridos en el desierto”.  Nunca lo callaron  las desapariciones, las torturas, las protestas reprimidas con sangre, los secuestros y los asesinatos. Siempre luchó por una sociedad más justa, lejos de la pobreza y de la miseria, y por encontrar condiciones mínimas de subsistencia para los menos favorecidos. Su desmedido amor a la familia, al arte y a la justicia no fueron suficientes para cambiar esta historia. Conmovedora hasta las lágrimas. LVV 
“Son necesarios el conocimiento, la sabiduría y la bondad para enseñar a otros hombres”.
 
"Se justifica vivir si el mundo es un poco mejor, cuando uno muera, como resultado de su trabajo y esfuerzo”.
“Debemos trabajar para el presente y parael futuro, y esto nos traerá mayor goce que el disfrute de los bienes materiales. Saber que estamos contribuyendo a hacer un mundo mejor, debe ser la máxima de las aspiraciones humanas”. 
                                                  “… la única venganza, el único recuerdo, y también, la única posibilidad de olvido y de perdón, consiste en contar lo que pasó, y nada más”.