domingo, 11 de septiembre de 2011

HERMANN LEMA, otro poeta que dice adios

En este tiempo antipoético, HERMANN LEMA es uno de los pocos
que puede mostrarnos la palabra convertida en milagro de creación,
sin alteraciones ni artificios que las desfiguren o la vistan de falsos ropajes.
Este poeta de asombrosos estremecimientos ha transitado
ásperos territorios donde lo ha sorprendido
el aullido tenebroso del dolor,
el misterio alucinante de la vida,
el rostro fugitivo del amor y
  la súbita presencia de la muerte”.
Fernando Mejía Mejía

CANCIÓN DESOLADA

Este abierto cansancio
que me llega de adentro.
Esta angustia infinita
que se riega en mi sangre.
Esta herida de aceite
que en mis manos se abre.
Este llanto de fuego
que se quema en mis labios.
Este croquis de angustia
que se marca en mi frente:
Es la sombra despierta
de un poema que duerme.
Es la azul quemadura
de una luz de septiembre.
Es clamor detenido
en abismos celestes.
Es una ausencia grabada
con un sello de muerte.


POEMA DEL INSTANTE FINAL

Es tiempo de partir.
de huir hacia el futuro es tiempo;
despleguemos la velas del pasado
y digamos adiós al viejo puerto.

No debemos llorar.
Nuestros destinos de atávica fortuna
muy lejos estarán en la alta noche
cuando navegue el barco de la luna.

Como vine me voy.
Siguiendo estelas de un sueño sin sentido,
me voy como los vientos, sin oídos,
me voy como los vientos,
sin regreso.

No quedará una huella de mi paso.
quizás, un verso que esculpió mi angustia,
seguirá como un eco en otros labios
describiendo mi sombra taciturna.


HERMANN LEMA abandonó este mundo siguiendo al pie de la letra sus palabras. No mostró temor al emprender este viaje el pasado 11 de junio, puesto que siempre supo degustar el color y el aroma de este momento. Sólo que no pudo despedirse en el lugar que siempre soñó, en su biblioteca, donde habitó los mejores momentos de su vida y donde pudo recrear sus temas favoritos como la angustia, la soledad, el dolor y la muerte que le valieron el título de "poeta existencial". Su enfermedad lo condujo a un paraje intermedio donde encontró las velas abiertas para iniciar su viaje, pues allí en la clínica, con el mar en calma, pudo decir adiós e iniciar su viaje de retorno.