“En algún lugar del
planeta alguien cargaba con tu muerte. Esta certeza creció con los días, las
semanas, los meses, golpeó mi conciencia hasta volverse insoportable. Pero
¿quién?, ¿por qué? Nunca imaginé que la respuesta pudiera estar tan cerca que,
al dar la vuelta, me encontraría conmigo mismo”.
Así comienza esta obra de Carla
Guelfenbein, la escritora chilena galardonada con el Premio Afaguara de Novela 2015,
que estudió biología y diseño en Inglaterra, trabajó como diseñadora en
agencias de publicidad y fue directora de arte y editora de moda en su país.
Este premio se le concedió por escribir “una novela de suspenso literario,
construida con gran eficacia narrativa en torno a un memorable personaje
femenino y al poder de la genialidad”. Además porque “la autora ha sabido entrelazar
amores y enigmas con una escritura a la vez compleja y transparente. Centrada
en la ciudad de Santiago de Chile, la historia abarca tres generaciones que,
sin saberlo, comparten un secreto poético que es al mismo tiempo un secreto
existencial”, así lo aseguró el jurado de este valioso galardón.
En la novela, como lo podemos
leer al comienzo, encontramos a Daniel, un joven arquitecto, planteándose la
causa de la muerte de la escritora Vera Sigall. Se niega a aceptarla como
natural y emprende una búsqueda que le permitirá acercarse más a su venerada y
confidente vecina, 50 años mayor que él. No será fácil puesto que
desconoce a su familia y a personas cercanas a ella; solo sabe de su relación
con Horacio Infante, otro reconocido escritor al que ha tratado de contactar y
parece no tener respuesta pues se halla lejos de su país. La muerte de la
escritora y la tarea que ha iniciado son incompatibles en su relación con
Gracia, su esposa, que quiso celebrar su séptimo aniversario de bodas y no fue
posible. Daniel fue incapaz de abandonar a Vera y arriesgó su matrimonio, ya que permaneció
al lado de ella durante muchas semanas en la clínica donde estuvo
inconsciente después de haber rodado por las escalas de su residencia. Hasta
allí llegó también Emilia que hizo su viaje desde Francia para terminar su
tesis sobre la obra de Vera Sigall, gracias a la ayuda de Horacio Infante. Fue difícil para esta joven desprenderse de su mundo y de su relación con Jerome,
su novio “celestial”, “con quien no tenía espacio para lo terrenal”. Y le costó más acercarse a su admirada
escritora, en estado de coma, y a ese acompañante silencioso durante horas y días
interminables. Sin embargo, Daniel y Emilia logran entablar una relación que
poco a poco irá atando cabos sobre la situación real de Vera Sigall, su vida y
su obra. Serán cuatro personajes que mostrarán una historia que se cruza entre ellos y los
atrapará inexorablemente. Descubrirán un mundo diferente al que habitan y se
sorprenderán con los hallazgos encontrados.
“Contigo en la distancia” es una
novela que sorprende por su pureza y serenidad ya que presenta una prosa limpia
y cargada de intimidad que nos involucra fácilmente con el mundo interno de sus
personajes y con las situaciones planteadas. Juntos asumimos esa investigación
policíaca que nos llevará a profundizar en el alma de cada uno: de la enigmática,
feminista y muy inteligente Vera Sigall, del vistoso y engreído escritor
Horacio Infante, del arquitecto Daniel que aún no logra consolidar su carrera y
ha descuidado su relación de pareja, y
de Emilia quien debe superar su miedo al contacto físico con un hombre y a
relacionarse con los demás.
Karla Guelfenbein nos plantea una historia interesante que tiene
como característica esencial el amor, ese amor que invade las relaciones
humanas, que se apodera de ellas y que marca los repliegues que son la causa de
la distancia y de los afectos imposibles. Así Daniel, Emilia y Horacio nos van
contando esta historia en 53 capítulos donde cada uno revela su fortaleza y fragilidad,
y nos descubre todos los misterios que encierra Vera Sigall, su personaje
central. Una novela digna de este valioso premio. L.V.V.
"… Pero entonces tú me
hablabas de la voracidad del amor, su ansia por tragarse al ser amado y por
lograr que este respire tan solo a través de nosotros. Pero sobre todo, me
hablabas de ese deseo oculto que tiene el amor de llevarse a cabo sin
transacciones ni palabras, movido tan solo por su propia esencia, por su
supuesta incondicionalidad”.
“Volví a pensar en
ese sitio del otro que nadie puede alcanzar. Cuán errado estaba al creer que
aquello que se podía ver y tocar constituía la realidad. La vida verdadera
ocurre en ese otro espacio, oculta bajo la apariencia material de las cosas”.
"…quienes se ocultan
tras los muros del conocimiento y la razón pierden su capacidad de ver la
fosforescencia de las cosas”.
"…pensé en el
gigantesco potencial destructivo que tiene la adversidad. El amor radica en la
capacidad de resistirla junto al otro”.
“No hay nada más
destructivo para el amor que el desprecio a uno mismo”.