Poesía y sentimiento, poesía y género, poesía y ciudad de paisajes y de brumas. Es toda una mezcla de ensueños, de asombro y de nostalgia. Siempre he dicho que la esencia de las mujeres románticas y soñadoras de este lado de la patria se la debemos al encierro cálido que nos ofrecen las montañas. También a ese deseo de querer traspasarlas y llegar más allá de sus límites con nuestros sentidos e imaginación. Cómo no querer ampliar ese abanico de colores verdes y azules opacado a veces por la lluvia y por la niebla, cómo no matizar presencias con ausencias, cómo no abrir el corazón a otras voces que se atrevieron a volar y supieron evadir las rutas del olvido. Y esas voces, que aquí presento como las intérpretes de esa relación especial con la poesía, tienen nombre de mujer. Todas ellas forjadas en el mismo ambiente: Manizales. LVV
DOMINGA PALACIOS
Del lado cinco de mi corazón
hay una mariposa con muletas
y un arco iris así de medio punto
que necesariamente ha de cruzar
mi sangre detenida diez años luz.
Yo quiero una cometa de colores
con una cola larga
que deshaga las trenzas de mi hastío,
que eche a volar,
aunque tan solo sea por un momento,
este dolor, esta crueldad,
esta inclemencia del aburrimiento.
Quiero una caña de pescar,
una lata repleta de lombrices,
de grillos y de moscas
para engañar las horas,
para inquietar el agua,
para matar el tiempo.
Me gustan las arañas
con un puntito rojo sobre el lomo
y los peces azules sin secreto.9
Puedo vivir en mí
desde la punta de mi pelo negro
hasta el negro charol de mis zapatos.
Puedo hundirme en mi ser.
Puedo habitarme y abrirme y florecer
hasta saciarme de mi conocimiento,
de mi angustia,
de mi tristeza errante.
Puedo andar siempre sola
hasta dejar mi sombra
en cualquier parte.
Puedo, si lo preciso,
hasta dejar de amarte.
Si he de pensar en ti
para poder hallarme
quiere decir que tres cuartos de mi vida
se han muerto en este instante.
Si preguntan por mí...
ROSTRO
Te miré...
Y se quedó tu luz en mí
como retienen los cristales
la claridad callada
de los tiempos.
Supe que te esperaba
para cambiar la forma
de mi angustia.
Ahora llevo tu rostro levantado,
blanco y sereno,
tallado por el viento
en un muro de siglos.
Supe que te esperaba...
Mi angustia tiene ahora
más hondas claridades.