Ir a Cartagena al Hay Festival 2015 fue un
encuentro con la literatura, con la realidad colombiana, con la belleza de
Cartagena y especialmente con la palabra. A través de ella, pude conocer al
autor de esta novela y sus apreciaciones sobre de origen de ella, las influencias
reales que transmitió, la calidad de las
historias allí consignadas, y
sobre todo ese sentimiento antioqueño que se hace presente en cada de una de
sus líneas. Esto hizo más grata su lectura y seguramente más cercana mi
apreciación de la obra. No siempre se está al frente de quien admiramos y
podemos contar con su firma y su dedicatoria entre las páginas de un libro.
"Recordar es como un abrazo que se les da los fantasmas
que hicieron posible nuestra vida aquí."
LA OCULTA es el nombre de una finca situada en el suroeste antioqueño que permite desarrollar un relato cargado de historia, de apego a la tierra, de unión familiar y de múltiples vivencias en las que no puede estar ajena la realidad colombiana. Una realidad que parece estar siempre marcada de sangre, dolor y abandono. Son 150 años contados a partir del fenómeno de la colonización antioqueña, cuando se inicia la búsqueda de un lugar adecuado para fundar un pueblo, con familias capaces de abrir el monte, enfrentarse a la naturaleza salvaje y emprender la tarea de construir su hogar. Admirable labor en la que primó el respeto y la igualdad ya que todos compartían el trabajo y su producto era administrado equitativamente. Qué tan lejos estaban de los tiempos modernos cuando prima el deseo de poseer sin importar las condiciones del otro, cuando hay hambre y miseria, cuando la descomposición social todo lo invade, y asistimos a la muerte de la vida. Muere el paisaje, muere la familia, mueren los valores, las costumbres y la placidez del campo.
Esta historia y las vivencias de la familia Ángel aparecen contadas en primera persona por tres relatores: Pilar, Eva y Antonio. Son los hijos de doña Anita y don Jacobo, herederos de La Oculta, una finca situada en el municipio de Jericó. Un sitio obligado para ellos, ese terruño que atrae y que se convierte en el hogar que se resisten a perder. Allí comparten sus vacaciones, sus navidades, las celebraciones familiares y su tiempo libre. Es el lugar donde se reúnen todos los hijos, nietos y biznietos. Imposible negarse a disfrutar de la casa de campo, del lago al fondo de ésta, de la placidez de su paisaje, de la generosidad de la tierra productiva, de los agregados dispuestos a servir en todo momento y del regocijo familiar. Allí se nada, se monta a caballo, se disfruta de los pájaros, de las flores, de los frutos, de la tierra, del agua, del aire, de las montañas, de los pueblos cercanos. Sin embargo, el tiempo pasa y llegan los cambios que producen desazón. El campo se transforma con la intromisión de la contemporaneidad incluyendo la cultura narco y la presencia de grupos guerrilleros y paramilitares. Sus habitantes son otros, otras las costumbres y ya nada queda de esos inicios.
Una novela interesante sobre el apego a la tierra, como su autor bien lo expresa. Vale la pena leer sus 347 páginas y meternos en su paisaje y en su historia. LVV
“Colombia fue y volverá a ser una tierra prometida, cuando estemos en paz y volvamos al campo extenso y bellísimo que tenemos y que no hemos visto porque llevamos 30 años atrincherados en las ciudades. Colombia debe volver al campo, de donde venimos todos”.
http://www.elcolombiano.com/hector-abad-faciolince-lee-fragmento-de-la-oculta-en-jerico-LH801094
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