“Vale la pena haber amado aunque sea solo una
vez en la vida”.
“El amor es algo espontáneo que nace del fondo
del ser y no obedece a ninguna estrategia”.
Resulta tentador asistir a nuestro propio
funeral y ser conscientes de las vivencias y reacciones de cada uno de los
asistentes ante nuestro deceso. Seguramente encontraremos seres acongojados por
nuestra ausencia, otros participarán de una ceremonia a la que se llega por compromiso social, y también habrá quienes puedan disfrutarla porque
significa un cambio en sus vidas que favorece sus intereses. Esto sucede en el
libro Memorias de un sinvergüenza de
siete suelas narrado por Angela Becerrra quien le da la palabra a tres personas
en diferentes momentos. Una es Francisco, el protagonista de la historia, un
hombre que salió de la pobreza extrema hasta llegar a conquistar la esfera más
encumbrada; él muere, y ve pasar frente a su féretro innumerables
personajes de toda clase y condición social, que llegan allí buscando al amigo
fallecido o al enemigo que supo burlarse de ellos y necesitan pedirle cuentas. Las
otras dos son mujeres que representaron un papel cercano en la vida de
Francisco: Morgana su esposa rencorosa y vengativa, con quien ha tenido siete
hijos y disfruta de su estado porque la ha hecho completamente infeliz; y Alma,
su cuñada y primer y único amor que lo llora desconsolada, atreviéndose a desprender
el velo de las apariencias sociales. Todo esto sucede en Sevilla, en el seno de
una familia distinguida con fuerte protagonismo social y múltiples pecados que
enmascara el dinero y la fama.
“Del odio se aprende mucho y rápido, quizás
mucho más que del amor. Es un tipo de sentimiento que no puedes compartir con
nadie por considerársele algo oscuro y rastrero que se adentra en el mundo de
las bajas pasiones”.
“No
existe edad para la soledad. Es una bestia que ataca en cualquier momento”.
Una muestra del típico donjuanismo, de esa
adicción a la seducción compulsiva que todavía hace mella en la sociedad del
siglo XXI, muy propia de la cultura latina. Un seductor de mujeres, cínico, tramposo,
embaucador, corruptor de políticos, conquistador de títulos y negocios, escalador
de posiciones, manipulador de sentimientos, un sinvergüenza se siete suelas es
el personaje central cargado de amor, odio, traición y seducción. Rompe con los
límites del comportamiento humano y muestra marcados contrastes que van desde
la máxima frustración hasta el máximo odio y erotismo. Cuesta entender su amor
desmedido por Alma, aquella niña que conoció en su infancia y no ha podido
olvidar, ni siquiera ahora cuando lo aterriza su repentina muerte, poniéndolo
frente a su pasado. A la vez, ella lo
sorprende regalándole sus lágrimas y su tristeza. Un contraste fuerte en esta
novela marcada por la agilidad y el humor.
Una obra que intenta darle un toque de realismo
mágico, tan propio de la narrativa hispanoamericana del siglo pasado, pero
resulta artificioso ese intento. Los pavos reales que utiliza como prueba de las multiples conquistas de su protagonista aparecen de una manera
forzada y no logran impactar con su presencia, como tampoco producir el efecto
demoledor en la vida de Francisco cuando eran sacrificados por Morgana. Por
fortuna, puede sobrevivir la novela sin ellos. Sí, en cambio, muy valiosa la
habilidad narrativa de la autora, esa capacidad de hacer el relato en tres
personas, de hablar como un hombre, y de divertir en esa carrera loca de 81
capítulos y 453 páginas. LVV
“No hace falta morirse para saber que uno nace
solo y muere solo. El acto de la muerte es un acto tan solitario… sin duda el
más solitario de nuestra existencia”.
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